NUMISMÁTICA EN COLOMBIA

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Colecciones de Monedas Antiguas en Colombia.

La numismática en Colombia es un pasatiempo fascinante que ha ganado popularidad en los últimos años. Muchas personas se han adentrado en la emocionante tarea de coleccionar monedas antiguas, y Colombia ofrece una amplia variedad de opciones para aquellos interesados en esta afición.

La colección de monedas antiguas es una forma única de conectar con la historia de Colombia. Cada moneda cuenta una historia y nos transporta a diferentes épocas de la historia del país. Desde las monedas coloniales hasta las modernas, cada una tiene su propio encanto y valor histórico.

Las monedas históricas de Colombia son especialmente valoradas por los coleccionistas. Estas monedas son testigos silenciosos de los eventos y cambios que han ocurrido a lo largo de los años. Desde la independencia de España hasta la creación de la República, estas monedas nos permiten tener una visión más profunda de la historia de Colombia.


Una de las épocas más interesantes de la historia de Colombia es la época colonial. Durante este período, Colombia era conocida como el Virreinato de Nueva Granada y estaba bajo el dominio español. Las monedas coloniales de esta época son muy buscadas por los coleccionistas, ya que representan el inicio de la historia numismática del país.

Otra época importante en la historia de Colombia es el período de la independencia. Durante este tiempo, Colombia luchó por liberarse del dominio español y establecer su propia identidad como nación. Las monedas de esta época son consideradas verdaderos tesoros, ya que simbolizan la valentía y la lucha de los colombianos por su libertad.

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MONEDAS DE  LA NUEVA GRANADA

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Colecciones de Monedas Antiguas, República de la Nueva Grana, Siglo XIX.

La colección de monedas antiguas en Colombia ha sido una pasión arraigada en el corazón de muchos coleccionistas. Entre las joyas más preciadas se encuentran las monedas de la República de la Nueva Granada, un tesoro histórico que nos transporta al siglo XIX en Colombia.

La República de la Nueva Granada, fundada en 1831, fue un periodo crucial en la historia de nuestro país. Durante este tiempo, se acuñaron diversas monedas que reflejan la identidad y los valores de la época. Estas monedas son una ventana al pasado, una forma de revivir los momentos cruciales de nuestra historia.


Las monedas del siglo XIX en Colombia son verdaderas obras de arte. Cada una de ellas cuenta una historia y representa un símbolo de la época. Desde las monedas de oro hasta las de plata y cobre, todas tienen un valor histórico y numismático incalculable.

La colección de monedas de la Nueva Granada es una verdadera joya para los amantes de la numismática. Cada pieza es única y especial, y su valor va más allá del material del que están hechas. Estas monedas son testigos mudos de los eventos históricos que marcaron nuestra nación.

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MONEDAS DE  LA ÉPOCA COLONIAL

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Monedas de la Colonia en Colombia, colección de monedas españolas antiguas de la época colonial en Colombia.

La colección de monedas coloniales en Colombia es una afición fascinante que nos permite adentrarnos en la historia de nuestro país. Estas monedas antiguas del periodo colonial en Colombia son verdaderos tesoros que nos transportan a tiempos pasados y nos muestran la evolución de nuestra cultura y economía.

La numismática de la época de la colonia es un campo de estudio apasionante. Cada moneda cuenta una historia y nos muestra el valor cultural de las diferentes civilizaciones que existieron en nuestro territorio. Desde las monedas de la colonia española, que reflejan la influencia de la corona española en nuestras tierras, hasta las monedas de los pueblos indígenas que resistieron la colonización, cada una de estas piezas tiene un valor histórico incalculable.

La colección de monedas de la colonia española en Colombia es especialmente interesante. Estas monedas nos permiten entender cómo se llevaba a cabo el comercio en esa época y cómo se establecía el valor de las mercancías. Además, nos muestran la riqueza y el poderío de la corona española en nuestro territorio.

Cada moneda de esta colección tiene su propia historia.

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LA MONEDA EN COLOMBIA

Martes, 22 de octubre de 2019 | Fuente: https://www.100libroslibres.com/la-moneda-en-colombia-la-moneda-metalica
Autor: Antonio Hernández Gamarra

Agradecemos al Sr. Antonio Hernández Gamarra por su contribución a la difusión de la numismática y recuperación de la memoria histórica de nuestro país a través de sus estudios. Por esta razón le damos el crédito de este artículo, publicado en la página de Villegas Editores.


Hasta 1871 las especies monetarias que circularon en el territorio de lo que hoy es Colombia estuvieron constituidas, para todo fin práctico, por monedas metálicas de muy diversas características en cuanto a su ley, peso y material en que se acuñaron.

Durante la Colonia el patrón monetario fue el peso de plata de ley 0,9022/3, es decir que las monedas contenían novecientos dos milésimas y dos tercios de milésimas de metal fino por cada mil de peso. El peso de plata se dividía en ocho reales. Se acuñaban también pesetas (dos reales), reales, medios reales y cuartillos. Una disposición de 1771 redujo la ley de las monedas de oro y de las de plata a 0,901 y posteriormente en 1786 la ley de las monedas de oro quedó establecida en 0,875. En virtud de esas normas de la Colonia heredamos monedas de distintas especificaciones, entre otras la llamada macuquina que además de ser poco homogénea en cuanto a su ley también era disímil en cuanto a su peso y diseño.

A esa primera diversidad se agrega que durante los años de lucha por la independencia los ejércitos en conflicto acuñaron algunas monedas para sufragar los gastos que les demandaba la guerra. Entre ellas la conocida como india, de ley 0,5831/3, puesta en circulación en 1813 para sostener el ejército de don Antonio Nariño; las monedas de cobre acuñadas en Cartagena en 1812 que se conocieron como chinas; y la denominada caraqueña que, acuñada en Venezuela por Pablo Morillo, también circuló en la Nueva Granada.

Ante esa diversidad y calidad de especies monetarias, y las dificultades que ello significaba para la buena marcha de la actividad económica en general, y de la comercial en particular, en 1821 el Congreso Constituyente de Cúcuta dictó medidas tendientes a la unificación monetaria. En primer término, ordenó acuñar una moneda de platino purificado de un cuarto de onza, equivalente al peso fuerte, al igual que monedas de dos y cuatro pesos fuertes. También dispuso la circulación de los cuartillos y medios cuartillos, que se acuñarían en cobre y tendrían un peso equivalente a media y un cuarto de onza, respectivamente. Finalmente estatuyó que las monedas de oro y plata que circularan en Colombia tendrían el mismo peso y ley ordenados en las leyes coloniales desde 1786.

Por la escasez de recursos fiscales, la falta de material y las dificultades técnicas para su acuñación, las monedas de platino tuvieron poca circulación. Por ello, en 1826 una ley del 14 de marzo nuevamente estableció como signos monetarios el oro y la plata. En cuanto al primero dispuso emitir monedas de ley 0,875, según las leyes españolas, y acuñar el peso colombiano de oro (equivalente a un dieciseisavo de onza), el escudo (equivalente a dos pesos), el doblón (equivalente a cuatro pesos), la media onza y la onza. En lo referente a las monedas de plata circularían el peso colombiano de plata (equivalente a ocho reales), el medio peso, la peseta (equivalente a dos reales), el real, el medio real y el cuartillo de real. Para las pesetas y unidades superiores la ley sería de 0,900 y para el real y las inferiores sería de 0,6662/3. Además, para obviar las dificultades que a la circulación monetaria introducía la existencia de la moneda macuquina, la norma ordenó que ésta fuese amortizada y reacuñada a la ley de las monedas de plata de baja denominación.

En 1836, una vez disuelta la Gran Colombia, el Congreso dictó una disposición con el propósito de unificar la ley, peso, valor, tipo y denominación en las monedas de la Nueva Granada. En virtud de esta norma el peso colombiano de plata, con iguales características a las establecidas en 1826, vino a denominarse granadino de plata y granadino de oro el peso colombiano de oro de ley 0,875 y peso de 1,691 gramos.

En 1838 se dispuso la amortización de todas las monedas de plata que no tuvieran el sello de Colombia o de la Nueva Granada y reacuñarlas en cuartillos, medios reales y reales de ley 0,6662/3. Ello en la práctica significaba reiterar la orden de sacar de la circulación la moneda macuquina, la cual se falsificaba y recortaba con facilidad, por lo que causaba toda suerte de inseguridades a la hora de pagar los bienes y servicios y en general de cumplir los contratos de compraventa entre los agentes económicos. Esta medida sólo tuvo cumplimiento cabal en 1848, durante el gobierno de Tomás Cipriano de Mosquera.

Veinticinco años después de dictadas las medidas por el Congreso Constituyente de Cúcuta, en junio de 1846 el Congreso legisló nuevamente sobre la moneda nacional y adoptó como unidad monetaria el real de plata, con peso de 2,5 gramos y ley 0,900. Como múltiplos de la unidad monetaria se establecieron las monedas de 8 y 2 reales, esta última con peso de cinco gramos y por lo tanto equivalente al franco francés de la época, y como submúltiplo el medio real.

Para la moneda de bajo valor se ordenó acuñar piezas en cobre equivalentes a un décimo y medio décimo de real. Aun cuando esa misma disposición ordenó acuñar monedas de oro de distintas denominaciones (el escudo, el doblón, el cóndor y la onza), no se estableció una relación legal entre el valor del oro y el de la plata y por lo tanto el primero fungió como mercancía, más que como medio de pago.

Pese a sus varias ventajas, consistentes en la unificación de la ley para todas las monedas, la proporcionalidad estricta entre el peso de ellas y su valor de cambio, y el establecimiento de múltiplos y submúltiplos consistentes entre sí, las normas de 1846 fueron modificadas en el año de 1847, cuando se ordenó emitir el granadino de plata con peso de 25 gramos y ley 0,900; en 1853, cuando se cambió nuevamente la unidad monetaria que entonces pasó a ser el peso, equivalente al granadino de plata; en 1857, cuando se reordenaron los múltiplos y submúltiplos de la unidad monetaria; y en 1867 y 1873, cuando de nuevo se permitió la acuñación de monedas de plata de leyes 0,900, 0,835 y 0,666.

Estos últimos actos legales además de reintroducir la multiplicidad en el contenido de metal fino de las distintas monedas de plata, establecieron que cada kilogramo de plata produciría 40 pesos con independencia de la ley a que se acuñaran las monedas. Lo cual era bastante incongruente pues si bien con un kilogramo de metal de ley 0,900 efectivamente se producirían 40 pesos de 25 gramos, con esa misma cantidad de metal de la misma la ley se podía acuñar 43,10 pesos en monedas de ley 0,835 y 54 pesos si las monedas eran de ley 0,666.

Las señaladas disposiciones de 1867 y 1873, al igual que una de 1853, fijaron en 15.244 unidades de plata el precio de la unidad de oro, cuando en el mercado internacional era de 15,5, decisión que contribuyó a profundizar el caos en la circulación monetaria, puesto que a la persistente inestabilidad legal se sumó la inconsistencia en el valor de cambio de las monedas, respecto de su contenido intrínseco de metal, y la inconsistencia del precio del oro en términos de la plata.

Además de esas inconsistencias, los hechos característicos de la circulación monetaria en nuestro país hasta principio de los años setenta del siglo XIX fueron el predominio de la plata como medio de pago y la recurrente salida de circulación de las monedas de valor intrínseco superior, como era de esperarse en razón de la llamada ley de Gresham.

En cuanto al predominio de la plata como medio de pago, por ser Colombia un país productor de oro algunos hacendistas, como Florentino González en 1848 y José María Plata en 1854, intentaron sin éxito imponer un patrón monetario bimetálico con predominio del oro. El fracaso de estas propuestas se debió a costumbres ancestrales, puesto que desde la Colonia el patrón de circulación monetaria estuvo dominado por las monedas de plata, y a que, como veremos enseguida, la legislación creaba incentivos para desterrar el oro como medio de pago. Para lo que servía este último metal, aparte de ser exportado como cualquier mercancía, era para saldar los flujos negativos resultantes del comercio exterior, por ser el oro la moneda usualmente aceptada como medio de pago internacional.

En el siglo XVI Thomas Gresham enunció el principio según el cual cuando en una economía circulan dos monedas de las cuales una se juzga de valor intrínseco superior a la otra, la de inferior valor termina por predominar en la circulación monetaria. Para decirlo breve y coloquialmente, la moneda mala desaloja a la buena. El dinero de mayor valor intrínseco y de igual valor nominal sale de la circulación bien porque se atesora, bien porque se exporta o bien porque se paga un premio por el mismo.

De acuerdo con este principio era previsible que de la circulación monetaria salieran las monedas de oro, fenómeno que se acentuó cuando la plata dejó de usarse como moneda en el mundo y su precio bajó respecto al oro. Sobre este particular Darío Bustamante señala: “el código fiscal de 1873 había establecido legalmente una tasa de cambio entre el oro y la plata de 1 a 15 1/2, la cual había regido durante muchos años en el mercado mundial. Mientras en el mercado internacional disminuía dicha tasa debido a la desmonetización de la plata, en el país se conservaba inmodificada, produciéndose así un premio a la exportación del oro. Era pues un gran negocio traer al país 15 l/2 unidades de plata y cambiarlas por una de oro, regresando luego al mercado internacional donde se obtendrían más de 15 1/2 unidades de plata por unidad de oro… Fue así como en pocos años se exportó la mayor parte del oro en circulación, nuestra moneda quedó constituida básicamente por plata y su depreciación continuaba”. [Bustamante (1974), pp.563-564].

Algunos tratadistas sostienen que la exportación, en virtud de la ley de Gresham, del oro y de las monedas de plata de ley más elevada no condujo a la disminución de la oferta monetaria, en la medida en que ésta podía estar constituida por monedas de inferior calidad. No obstante, es preciso advertir que esa exportación bajaba la cantidad de numerario en circulación y la oferta monetaria se resentía cuando a la exportación de moneda metálica para pagar el exceso del valor de las importaciones respecto al de las exportaciones se sumaba la exportación de metálico por razón de la inconsistencia de las paridades.

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